No me refiero a Rayos de sol, ni a Te esperaré, ni a ninguna canción procedente de las listas nacionales -ahora me explico muchas cosas...-. Nada ha sido más sonado que la "restauración" del Ecce Homo de Borja.
La señora Cecilia, con toda su buena intención, se dedicó durante días a devolver a un Jesucristo con corona de espinas todo su esplendor. Una pinceladita por aquí, otra por allá y... voi- là! ¡Te hago un retrato con un 6 y un 4!
Peroooo... vamos a contarlo bien: A ver, en estos tiempos de crisis que corren, una Mari de un pueblo de Zaragoza, que por cierto, no tiene mucho acento mañico, la mujer, decidió ayudar a su municipio, coloreando, de motu proprio, un fresco de la iglesia que estaba perdiendo su color.
La señora, que no era restauradora ni profesional, sólo pintora aficionada que había organizado muchas exposiciones, obteniendo, entre otros lauros, beneficios por la venta de 40 cuadros, se presentaba en el templo todas las mañanas con sus óleos de primeras calidades -o eso queremos creer- y bueno, esto, ya sabemos todos como funciona, ¿no? Pinta por dentro de la línea. Sin salirte.
Pues nada, dale que te pego, entre los umbríos muros, ayudó a su pueblo. Lo hizo por el bien de todos. Por cierto: he dicho lo de los umbríos muros porque quiero pensar que Cecilia no disponía de luz suficiente como para ser consciente de la "obra de arte" que estaba realizando. La dejó... hecha un Ecce Homo. Tal cual.
Tras la toma de contacto con... la pared y... el fresco centenario, la pobre mujer tuvo que ausentarse unos días por una urgencia familiar. Cuando volvió, todo el mundo comentaba su metedura de pata e...incluso.... ¡no la dejaron terminar! De ahí en adelante todo ha ido muy rápido y Borja ha pasado a ser una de las localidades más famosas del verano junto a Gandía -no lo digo por que sea un lugar ideal de veraneo, sino por el bombazo de Gandía Shore, pero eso ya es otra cuestión, mejor centrémonos en Cecilia-.
A primera vista, el fresco D.C (no es Después de Cristo, sino
Después de Cecilia), podría resultarnos un garabato sin sentido, pero lo cierto es que