viernes, 3 de agosto de 2012

Coca Cola, Pepsi cola



Verano, muy largo y a la vez muy corto. Los planes se suceden y así pasa, que entre Coca Cola y Coca Cola nos plantamos en agosto y sin contar nada. Mi reflexión estival va desarrollada en forma de oda a este refresco. Adictivo, desatascador. Todo en uno, bueno y malo a la vez. Que no bebes alcohol, Coca Cola; que bebes alcohol, pues con Coca Cola. Que estás enfermo, Coca Cola; que estás sano… mejor no tomes Coca Cola y lo estarás más, porque, misterios de la vida, una vez enfermo, from lost to the river, toma Coca Cola como cura universal, pero ya sano, evítala, no vaya a ser que recaigas… Y digo yo: si este producto desatasca tuberías, nada bueno debe traer consigo. Todo esto con una latita bien colorada en la mano.
Todas estas bondades no deben ser muy conocidas en Bolivia. O directamente pasan de ellas. No sé, no se lo he preguntado a su presi, pero sí me he enterado de que
en Evosland van a prohibir la bebida a partir del 21 de diciembre, fecha de fin del mundo de los mayas. ¡Ais, Evo, qué listo! Ya que vamos a morir todos, ¿de qué mejor manera que puestos de Coca Cola hasta las patas? O lo mismo se organiza un mercado negro boliviano de Coca Cola en la que se cotiza más que el misterio que se le echa a la bebida… ¡Quién sabe si existirá una nueva mafia boliviana que ya no mueva tanto la coca como la Coca Cola!
Pero ojito, que también se anuncia en las tierras de la coca (sin cola), que a partir de la prohibición de esta refrescante bebida, se acabará el capitalismo. Claro. Somos así por culpa de la bebida más famosa all over the Worldel jarabe que ha convertido a todo el mundo… o eso dicen, que Santa Claus va de rojo desde aquel pedo que se pilló a Coca Cola y que como referencia del secretismo más universal tenemos la fórmula de la Coca Cola.
Aún no he conocido hoy a nadie a quien le guste más su sucedáneo: la Pepsi. De hecho, hay muchas palabras que matan en esta vida, tampoco voy a ser tan dramática, pero unas de ellas son: ¿te vale Pepsi? Y la respuesta suele ser: sí, bueno… (con a boca chica). Por mucho que veamos gladiadoras de la talla de Beyoncé, de Britney o de “la Shaki” en sus anuncios, nadie nunca igualará a la Penélope Cruz más ordinaria ni al coro de niños cantando Whatever de mis amados hermanos Gallagher. Nada superará sus anuncios navideños, ni siquiera Freixenet, cada vez más casposo, ni el concepto que la bebida ha creado de la amistad. Parece que no pero una de las acciones más típicas entre amigos: ir a tomarse una Coca Cola. Sin ir más lejos, Lady Gaga, abanderada de la mamarrachez allá por donde va, te invita a una en un momentito. Laalberga en su pelo, a lo Marge Simpson… y sepa dios si también lleva aperitivos…
Pues nada, ahora es la hora Coca Cola (esto es: una hora indeterminada del día -presumiblemente entre las 12 y las 14 y entre las 18 y las… ¿06 am?- en la que se tiene gusanillo y uno calma sus ansias tomándose un refresco que nunca sabrá lo que lleva pero que está coj…. ¡Muy bueno!) ¡Chin, chin!

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