Verano,
muy largo y a la vez muy corto. Los planes se suceden y así pasa, que entre
Coca Cola y Coca Cola nos plantamos en agosto y sin contar nada. Mi reflexión
estival va desarrollada en forma de oda a este refresco. Adictivo, desatascador.
Todo en uno, bueno y malo a la vez. Que no bebes alcohol, Coca Cola; que bebes
alcohol, pues con Coca Cola. Que estás enfermo, Coca Cola; que estás sano…
mejor no tomes Coca Cola y lo estarás más, porque, misterios de la vida, una
vez enfermo, from lost to the river,
toma Coca Cola como cura universal, pero ya sano, evítala, no vaya a ser que
recaigas… Y digo yo: si este producto desatasca tuberías, nada bueno debe traer
consigo. Todo esto con una latita bien colorada en la mano.
Todas
estas bondades no deben ser muy conocidas en Bolivia. O directamente pasan de
ellas. No sé, no se lo he preguntado a su presi, pero sí me he enterado de que
en Evosland van a prohibir la bebida a partir del 21 de diciembre, fecha de fin del mundo de los mayas. ¡Ais, Evo, qué listo! Ya que vamos a morir todos, ¿de qué mejor manera que puestos de Coca Cola hasta las patas? O lo mismo se organiza un mercado negro boliviano de Coca Cola en la que se cotiza más que el misterio que se le echa a la bebida… ¡Quién sabe si existirá una nueva mafia boliviana que ya no mueva tanto la coca como la Coca Cola!
en Evosland van a prohibir la bebida a partir del 21 de diciembre, fecha de fin del mundo de los mayas. ¡Ais, Evo, qué listo! Ya que vamos a morir todos, ¿de qué mejor manera que puestos de Coca Cola hasta las patas? O lo mismo se organiza un mercado negro boliviano de Coca Cola en la que se cotiza más que el misterio que se le echa a la bebida… ¡Quién sabe si existirá una nueva mafia boliviana que ya no mueva tanto la coca como la Coca Cola!
Pero
ojito, que también se anuncia en las tierras de la coca (sin cola), que a
partir de la prohibición de esta refrescante bebida, se acabará el capitalismo.
Claro. Somos así por culpa de la bebida más famosa all over the World… el jarabe que ha convertido a todo el mundo… o
eso dicen, que Santa Claus va de rojo desde aquel pedo que se pilló a Coca Cola y que como referencia del secretismo
más universal tenemos la fórmula de la Coca Cola.
Aún
no he conocido hoy a nadie a quien le guste más su sucedáneo: la Pepsi. De
hecho, hay muchas palabras que matan en esta vida, tampoco voy a ser tan
dramática, pero unas de ellas son: ¿te vale Pepsi? Y la respuesta suele ser:
sí, bueno… (con a boca chica). Por mucho que veamos gladiadoras de la talla de
Beyoncé, de Britney o de “la Shaki” en sus anuncios, nadie nunca igualará a la
Penélope Cruz más ordinaria ni al coro de niños cantando Whatever de mis amados
hermanos Gallagher. Nada superará sus anuncios navideños, ni siquiera
Freixenet, cada vez más casposo, ni el concepto que la bebida ha creado de la
amistad. Parece que no pero una de las acciones más típicas entre amigos: ir a
tomarse una Coca Cola. Sin ir más lejos, Lady Gaga, abanderada de la
mamarrachez allá por donde va, te invita a una en un momentito. Laalberga en su pelo, a lo Marge Simpson… y sepa dios si también lleva
aperitivos…
Pues
nada, ahora es la hora Coca Cola (esto es: una hora indeterminada del día
-presumiblemente entre las 12 y las 14 y entre las 18 y las… ¿06 am?- en la que
se tiene gusanillo y uno calma sus ansias tomándose un refresco que nunca sabrá
lo que lleva pero que está coj…. ¡Muy bueno!) ¡Chin, chin!
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