martes, 24 de enero de 2012

De descontentos, reflexiones y ellos

Buenas, como veis sigo con mi rol de Vicky Martín Berrocal, así en plan Guadiana. Y eso mismo pensaba yo de Carlota Valdés, que estaba imitando a su compi de blog en Elle. Pero no, le han cerrado el blog, y mi vida sin Sexo en Chamberí, no es lo mismo. Para nada. Me consuela saber que va a volver. Porque al igual que ella aspira a ser como Annie Hall, yo aspiro a ser como ella, con mucho de Gilda y poco de Bridget Jones. Los guantes ya me los he comprado.

Una vez expresado aquí mi descontento por el cierre de un gran blog, de canalizar mi odio hacia los de Elle, y de declararme pro-Carlota total, yo me pregunto: ¿Qué hace Pilar Bardem que no se manifiesta ante tal injusticia? Si, Pilar Bardem, esa señora a la que no se le han visto las canas en 7 años y de repente ZAS, va a la peluquería y en plan Fuenteovejuna con Llamanzares pancarta en mano, se pone a demostrar su descontento, con el caso Garzón. Y ahora que lo pienso, Llamanzares y Garzón también tienen canas. Dios los cría y ellos se juntan. Cría cuervos y te comerán los ojos. Este último no tiene nada que ver… o sí, pero lo quería utilizar y no encontraba momento, ni lugar. Y mis deseos son órdenes para mí.

Una vez dicho todo esto pasaré a reflexionar sobre la vida. No sobre la vida en la casa de GH. Sino sobre la vida en general, y en La Sagra en particular. Que aquí no seremos muy de mondarinas, pero de cobetes, incierros, intierros, amotos, arradios y letricidad somos un rato. En la variedad está el gusto. Y a mí me gusta, me gusta mucho hablar con los mayores, que para mí no son viejos sino sabios, y dejar que me cuenten. Que me cuenten lo que quieran. Que yo escucharé lo que sea.

Porque los mayores llevan su historia en la cara... cada arruga un batalla, en sus ojos la emoción, en su voz… va el alma. El alma hecha palabra, y eso engancha. Y eso gusta. Y de eso se aprende, se aprende mucho. Y se crece, y uno se hace grande, aunque al lado de los mayores siga siendo muy pequeño. El ciclo de la vida, ya te pondrá en el otro lugar. Mientras tanto, nos toca buscar lo más vital, y yo muchas veces lo encuentro en ellos. Historia viva. Nuestra historia en personas. Documento andante, que habla de ti. Y de mí. De nosotros. De todos.

Y hablo hoy de los mayores, porque el otro día me preguntaron, que imágenes me encanta ver. Entre ellas, aparte de la futura imagen de Casillas levantando la Décima, hay una que me encanta desde hace muchísimo, y es la de los mayores sonriendo. Porque eso es señal de que a pesar de todo, nunca se han olvidado de hacerlo. Que a pesar de que en muchos momentos ni pudieron ni pensaron en volver hacerlo, lo hicieron. Es señal de que se levantaron aunque cayeron. Una y otra vez. Para mi es señal de esperanza. Para mí eso es la vitalidad. Aunque en muchos casos viaje en silla de ruedas.

Ellos, que en ocasiones se han tenido que tragar la vida a sorbitos de cristal. Ellos, que han aprendido a olvidar. A perdonar. Ellos, que se aferran a una vida que les ha dado menos de lo que ellos la dan. Ellos, me invitan a apreciar la vida. Y por eso, en noches como la del sábado, me siento feliz con mi gente, porque son esas cosas pequeñitas -que puede que me vengan grandes-, las que aportan felicidad a la vida, que aunque muchas veces es muy perra, otras puede ser simplemente maravillosa. Porque hay gente como ellos, porque estás tú, porque estáis vosotras, porque estéis dónde estéis, llego la hora de brindar. Por ellos, porque algún día seremos nosotros.

A mi abuela… ELLA. La mejor entre ELLOS


Foto: deviantArt.com

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