Hola, fans. Os preguntaréis qué demonios he estado haciendo estas semanas, si me he muerto o si me he quedado anclada en bucle infinito en noviembre, a juzgar por mi última despedida. No sufráis: mala hierba nunca muere. He estado disfrutando de noviembre y de la vida en general. Bueno... "disfrutando"... eso hay que aclararlo... Os voy a confesar que me he puesto a correr. Sí, sí, a hacer eso que de la noche a la mañana ha pasado de ser la palabra paleta "footing" a glamourizarse en este país sin glamour, bajo el vocablo de "running".
Los estragos del paro que me une a cinco millones de personas me han llevado a inventarme algo para salir de casa y claro está, sin gastar. Así, de barato. Así que me calzo mis zapatillas y salgo a propulsión. Al principio, hace un par de meses, era más bien para
echarme una carrera, para ir cogiendo el ritmo... para que me entendáis, mi forma física estaba en: Corro 20 metros para que no se me escape el bus y me tienen que esperar dentro de él con las palas desfibriladoras ya cargadas. El caso es que ese entrenamiento de poquito a poquito, tacita a tacita, ha explotado hace una semana: Me he apuntado a la San Silvestre Vallecana. Así que, como comprenderéis, me tengo que poner las pilitas para que no me tengan que recoger del suelo con una pala. Vamos, que estoy entrenando para evitar el parraque (desfallecimiento, dicho más finamente). Atrás quedaron los tiempos de hacerse dos kilómetros y sentirse ninja, de salir por las tardes con el sol agradable de octubre y de noviembre a andar, como las abuelas. Ahora ya no paro ni para echar el pulmón, lo rumio hasta el final de la carrera, que ya empieza a coger mínimos de cuatro kilómetros. Me siento muy orgullosa y feliz de este propósito con el que para nada contaba y que me va a servir para dejar el año.
¿Os acordáis cuando el año pasado decía que 2012, me daba en la nariz, que iba a estar genial? Pues no me contratéis para perfumista ni me preguntéis si creo que huele a gas o cosas así. No digo que haya sido mal año, pero también porque mantengo los niveles de positividad a alturas de los de rescates bancarios. Este año he trabajado como una burra en moda, he trabajado como una mula en periodismo, he engordado la cola del paro (menos mal que mi body se ha salvado de ello) y así es como parece que cerraré el año. Yo siempre he sido más de nones y 2012 no me gustaba como cifra. Me siento un poco maya, la verdad. Y digo yo: si hace tanto que nos vienen avisando estas gentes mexicanas y Nostradamus, ¿Por qué no les hacemos caso? Qué pasa, ¿que solo valen los mensajes apocalípticos (creo que cada vez que hace una canción, muere un gatito) en forma de hitazos que transmite Lady Gaga? Solo ella te avisa de que tendrás un bad romance, que no te acerques a Alejandro y que qué mal rollo dan las poker faces.
En fin, que voy a ir a consultar la bola de cristal a ver si voy a soportar la carrera que pone fin a esta era que a mí me parece que ni fú ni fá, o qué va a ser de mí. Brindaría con vosotros, pero estoy en plan sano y tal. No sé, si queréis, chocamos los cinco... (Volveré pronto... como ahora soy más rápida....)
Los estragos del paro que me une a cinco millones de personas me han llevado a inventarme algo para salir de casa y claro está, sin gastar. Así, de barato. Así que me calzo mis zapatillas y salgo a propulsión. Al principio, hace un par de meses, era más bien para
echarme una carrera, para ir cogiendo el ritmo... para que me entendáis, mi forma física estaba en: Corro 20 metros para que no se me escape el bus y me tienen que esperar dentro de él con las palas desfibriladoras ya cargadas. El caso es que ese entrenamiento de poquito a poquito, tacita a tacita, ha explotado hace una semana: Me he apuntado a la San Silvestre Vallecana. Así que, como comprenderéis, me tengo que poner las pilitas para que no me tengan que recoger del suelo con una pala. Vamos, que estoy entrenando para evitar el parraque (desfallecimiento, dicho más finamente). Atrás quedaron los tiempos de hacerse dos kilómetros y sentirse ninja, de salir por las tardes con el sol agradable de octubre y de noviembre a andar, como las abuelas. Ahora ya no paro ni para echar el pulmón, lo rumio hasta el final de la carrera, que ya empieza a coger mínimos de cuatro kilómetros. Me siento muy orgullosa y feliz de este propósito con el que para nada contaba y que me va a servir para dejar el año.
¿Os acordáis cuando el año pasado decía que 2012, me daba en la nariz, que iba a estar genial? Pues no me contratéis para perfumista ni me preguntéis si creo que huele a gas o cosas así. No digo que haya sido mal año, pero también porque mantengo los niveles de positividad a alturas de los de rescates bancarios. Este año he trabajado como una burra en moda, he trabajado como una mula en periodismo, he engordado la cola del paro (menos mal que mi body se ha salvado de ello) y así es como parece que cerraré el año. Yo siempre he sido más de nones y 2012 no me gustaba como cifra. Me siento un poco maya, la verdad. Y digo yo: si hace tanto que nos vienen avisando estas gentes mexicanas y Nostradamus, ¿Por qué no les hacemos caso? Qué pasa, ¿que solo valen los mensajes apocalípticos (creo que cada vez que hace una canción, muere un gatito) en forma de hitazos que transmite Lady Gaga? Solo ella te avisa de que tendrás un bad romance, que no te acerques a Alejandro y que qué mal rollo dan las poker faces.
En fin, que voy a ir a consultar la bola de cristal a ver si voy a soportar la carrera que pone fin a esta era que a mí me parece que ni fú ni fá, o qué va a ser de mí. Brindaría con vosotros, pero estoy en plan sano y tal. No sé, si queréis, chocamos los cinco... (Volveré pronto... como ahora soy más rápida....)
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