La semana pasada os conté que
tenía el mundo desordenado. Y sigue así. Y hay una cosa, que influye, y mucho,
en el desorden de mi mundo. Mi nuevo móvil. Sí, ahora que estoy viviendo en
aquella soñada transición movilítica,
por momentos -solo por momentos- echo de menos a mi bluberry. Y mientras la echo de menos, maldigo el día que smarfon –porque lo mío no es un smartphone, que me lo dieron en Illescas, de La Sagra, of course, y en La Sagra, habemus smarfons- llegó a mi vida.
Os confesaré un secreto, para que
me entendáis mejor, en mis sueños la transición era de mi bluberry a un iPhone, y no uno cualquiera, era el 5, como Chanel . Pero…
la i se me iba de presupuesto, y solo me daba para smart. Eso sí, en mi sueño
el phone aparecía. Algo es algo. Una parte del sueño se ha cumplido. Seguro que
si hubiese esperado, y ayer 12 del 12 de 2012 a las 12 y 12, hubiese pedido un
phone con i –latina, como yo- y mi transición hubiese sido 100% la soñada. Pero
como cambié de móvil antes del día d, ayer tuve que recurrir a otro sueño. Lo cual no me supuso ningún problema, ya que aunque los sueños, sueños son, yo tengo mil y más. Soy ilusa, por si acaso y por defecto. Y ya que estamos, aprovecho desde
aquí, para pedir al señor de los sueños –sea calvo o con pelo-, que me haga
pronto mi sueño realidad porque si se acaba el mundo como dicen los mayas, no
voy a tener días ni para saborearlo ni para contároslo. Y eso sería un
despropósito muy grande.
La cuestión es que hace un mes
que smarfon es mi compi, y aún no nos
entendemos muy bien. Y hay una serie de cosas que hace que nuestra relación
tenga altibajos, y me haga pensar que no llegará a buen puerto. Que no va
cuajar, vaya. Lo normal sería que en estos primeros días de andadura conjunta, viviésemos
una especie de idilio, típico en el inicio de cualquier relación que se precie.
Pero debe ser que mis relaciones son atípicas, porque ni siquiera con Clark
tuve un idilio inicial, pero eso ya os lo cuento otro día.
Mi smarfon esta moldeando mi personalidad
a su antojo, ¿qué por qué? Me ha llevado por el mal camino, al oscuro mundo de
las adicciones. Sí, soy yonki, lo confieso. Lo confieso más que nada por
aquello de que el primer paso para salir de una adicción es reconocer que la
tienes. Y yo la tengo. Soy yonki del enchufe. ¿Qué por qué? Porque mi smarfon tiene otra adicción, la de gastar batería, que chupa más que Massiel en un
botellón, pero él no lo reconoce. Ni siquiera se ocupa de proporcionarse su
sustancia adictiva. Tengo que proporcionarle yo esa electricidad para quitarle
el mono, y sumarle rayas a la pila, para que este en verde, huyendo de ese rojo,
que emite sonidos desagradables a la vez que el porcentaje disminuye. Sonidos
que parecen anunciar el fin del mundo. La cuenta atrás. Perdón, the final countdown,
que es más chic y apocalíptico. La cuestión es que ahora tengo un compañero de
viaje más a la hora de apatrullar La Sagra, ya sea en mi coche o en el de San
Fernando –que son pocas las que se lo pido prestado, para que nos vamos a
engañar- el cargador de smarfon. ¿Qué por qué? Pues porque no existe enchufe hembra que se escape de mi cargador macho alfa. Ahora, cuando voy a
cualquier sitio, lo primero que hago es un reconocimiento de la zona, en plan James
Bond, en busca de enchufes. Y pongo una mirada de tigre, que mis incipientes
arrugas me está costando. Es decir, tú me invitas a tu casa, y yo llego y
mientras tú me saludas y me preguntas que tal, y me dices que te has comprado ya la
lencería roja para la inminente navidad. Mi mente, que es muy sabia, y tiene contratado
un mecanismo de defensa súper poderoso, esta traduciendo toda tu conversación
cansina -porque lo es, para que nos vamos a engañar- en un ligero mimimimimimimimimimi apenas audible y que para nada
entorpece mi importante tarea, que es más bien una misión. Pero no penséis mal, no dejéis de invitarme, que
una vez que estamos enchufados, yo al comer y al beber y a lo que surja, y mi cargador
a su enchufe, soy la invitada perfecta. O no, eso ya lo tendréis que comprobar.
Por ahora tengo ocupado el día 29 y el 22, el resto los tengo libres –guiño,
guiño-.
Y una vez confesada la adicción
de smarfon, y a la espera de
encontrar una especie de Proyecto Móvil, a la que acudir para poner fin a esa
mala vida que susodicho lleva, y que como daño colateral me hace llevar, os contaré que
hay otro elemento que hace mella en nuestra relación: el teclado táctil.
Y es por ese elemento en
particular por lo que echo mucho de menos a mi bluberry. Ella lo tenía. Ese
teclado con sus teclitas, pequeñitas, tan monas, con las que yo era la más
veloz escribiendo. Y podía marcarme unos speech,
que de speech tenían poco porque eran
de todo menos breves. Y mientras tanto Clark, me escribía frases sueltas e
inconexas que hacían que servidora bufara cual gato negro encrespado –por no
usar garnier-.
Ahora, el mundo al revés, o no, lo
único que ha cambiado es que ahora yo también me unido a lo de las frases
sueltas, pero yo con conexión, que mis neuronas hacen muy bien la sinapsis –a día
de hoy, y siempre y cuando no me haya dado a la ingesta masiva de alcohol-. En
realidad, ni siquiera me he dado a las frases sueltas, ahora lo reduzco todo a
monosílabos. Porque me da uuuuuuuuna pereza taaaaaan grande escribir en la
barriga táctil de mi smarfon. Y esto
se debe a que la antes sencilla acción de escribir un conjunto de palabras que daban
forma a una frase, que podía o no tener sentido, se ha convertido en una acción
que requiere la máxima concentración de mi mente privilegiada. Que aún recuerdo
con anhelo aquellos días en los que escribía
sin mirar, al igual que voy en bici sin manos. Y no, sigo teniendo dientes, y
un paleto descolocaó.
Y qué decir de su autocorrector. Desde
que estoy con smarfon, se un idioma
más, el parsel. Aquel que utilizaba Harry Potter para hablar con las
serpientes. Pues yo también lo uso, debió en enseñármelo él, porque yo conozco
a Harry. Si queréis saber más sobre nuestra relación, os remito a un antiguopost, de un pasado mejor. Lo peor de todo, es que Harry solo utilizaba el
pársel con esos reptiles de lengua viperina. y yo lo uso con el resto de mortales
conectados al teléfono blanco sobre fondo verde, tengan lengua viperina o no.
Escribiendo todas estas
desventuras movilíticas, me he dado cuenta de que en cuanto a relaciones
móviles se refiere -no vayamos a generalizar a otros aspectos de esta vida, que
es la mía-, he pasado de tener una relación homosexual con mi bluberry, a tener una relación
heterosexual con mi smarfon. Se
podría decir que soy bisexual EN CUANTO A RELACIONES MÓVILES se refiere.
Por último, aclarar, que no, que
garnier no me ha dado ni un euro por insertar su publicidad en este mi blog. Un
blog de culto oculto. Pero que si me quiere agradecer de forma monetaria, o billetaria, dicha inserción, decir que
mi cuenta corriente está a su entera disposición.
Chunai, china…
Traducción pársel – castellano: Chin,
chin…
No iPhone porque no iPlata. Con el iPhone explorarás tu lado andrógino, waspy, a ver cómo te va.
ResponderEliminarLeí un tweet hace poco que decía: "Mi novia me escribe que no entiende mi mensaje 'Hola de ruta' enviado a las 2am... Corrector, te debo una".
Tienes ya algún nombre para los seguidores de tu blog oculto de culto?
Hola Diplopito ... Perdón por el retraso al contestarte ...
ResponderEliminarVoy a esperar a los días creativos que me proporciona la Navidad y otros complementos para dar por zanjada la respuesta a tu pregunta ... ya que son varias las posibilidades ... confío en mi yo navideño para escoger la adecuada.
Por cierto, muy bueno lo de "No iPhone porque no iPlata", además de real... muy real.