lunes, 10 de diciembre de 2012

Tengo un plan

Hace menos de 24 horas que os conté mi plan: correr, correr y correr. No es tan ambicioso como el de las tres chicas del anuncio de esa cadena de ropa que a mí, personalmente, me espanta. Como pasó esta primavera con una marca de bolsos cuyo nombre no repetiré hasta que me patrocinen (guiño, guiño), ahora le ha llegado el turno a una marca que cada X tiempo (creo que todos los años), regala ropa un determinado día a un determinado grupo de gente que vaya en bolas a su tienda. Y, como hay que predicar con el ejemplo, sus anuncios también van de tías en bolas probándose trapitos. Ellas tienen casas modernísimas y chulísimas, con columnas y todo, con vestidores estupendos, con... ¡Oah! Pisos de dos alturas. Nada de viviendas donde tienes que llamar al casero día sí y día también. Nada de roomates. Nada de vivir con los padres hasta los 30 años como mínimo. Todo muy real.


Acto seguido te empiezan a contar sus preocupaciones de la vida diaria y sus planes. Por supuesto, éstas no son que un despido por un ERE o ajustes de presupuesto se cierna sobre sus cabezas, que después de haber estudiado una carrera y un máster y de saber hablar tres idiomas, las vayan a contratar para llevar cafés. Tampoco les quita el sueño
cómo llegar a fin de mes (a juzgar por la inversión que hacen en trapitos de la marca, que asequible tampoco es que sea...). Ellas lo que quieren es tomarse un año sabático en Tailandia, a lo Harry y William de Inglaterra; tirarse al jefe (sí, así de fina es ella) o divagar sobre como presentar a sus padres a su nueva pareja. Como mucho, se preocupan de lo que opinen las de contabilidad. Lógico, a todos nos pasa lo mismo, lo que más nos mata es la opinión de las de contabilidad.
Yo que creía que los idilios en los lugares de trabajo solo sucedían en series de prestigio, como Anatomía de Grey y Hospital Central... Ahora (cuando tenga trabajo, algún día, si es que eso sucede) tendré que irme con más ojo, porque ya tengo la receta de la seducción: Ponerme un vestido cuyo patrón parece haber cortado Eduardo Manostijeras.
Desde aquí, querida Picis, protagonista del spot de_____, querría darte un consejo: si al final te llevas al jefe al huerto, por lo menos recoge el armario que has depositado en forma de puesto de mercadillo sobre tu lecho. Digo yo, ¿no? Por lo menos para parecer un poco curiosita. Los guantes de boxeo, guárdalos para otra ocasión, no los saque a relucir en el primer encuentro.
A la sujeto número 2, que dice que su plan es "pirarse", le diré: pues sí, chica, pírate, anda, pírate, y no vuelvas, que yo también "estoy harta de tanta crisis y tanto mal rollo", pero no soy Isabel Preysler. Tu actitud, amiga del alma, no hace más que apoyar aquella tesis que circula en la cual se defiende que los jóvenes españoles emigran, sedientos de aventuras... En mis sueños yo también fantaseo con hacer un revival de la película The Beach. Sueño con bucear con Leonardo DiCaprio en los mares turquesas, con liarme con un surfista buenorro, pero, ya ves, me toca quedarme en la periferia de Madrid haciendo grandes esfuerzos para no maldecir a la humanidad a diario. Y si "me piro", está claro que, como al 99,9999% de los demás, me tocará sacrificarme y no "darme un masaje cada dos días". Yo, que soy muy apañada, si acaso, cada dos días me doy el capricho de comer chocolate. No more. Y lo de acercarme a China, Vietnam y Camboya... Si acaso, a La Sagra, a ver a Vir, y poco más, hija, que la vida está muy achuchada.
Respecto a la tercera situación, no la entiendo muy bien: ¿Esta chica va a tardar un año en decirle a sus padres que tiene novia? Pues si quiere llevarla a casa en Navidad y en los cumpleaños, o se da prisa, o la pobre brasileña se queda en la calle...
Analizado todo esto, os diré cuál es mi plan: antes muerta que con esa espantajería de vestuario. Por lo menos si voy desnuda, ¡lo mismo consigo atrapar al jefe! ¡Chin, chin!






NOTA: Todo esto, por favor, entiéndase como un análisis encarnizado de esta campaña. No la comprendo ni mucho menos la apoyo, así como tampoco estoy de acuerdo con la frivolidad con la que se trata a los hombres, por lo menos en dos de los tres cortes.

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