jueves, 31 de enero de 2013

La ceguera en el amor




Buenas FANS. Tal vez pensabais que hoy no me iba a pasar por aquí. Pensabais bien. Ya me vais conociendo, un año y 35 post después. No, no los he contado, es un número escogido al azar. Vir hoy se ha levantado con el pie izquierdo. A pesar del sol. Y eso es un error fatal. Y no, no he dormido mal. Me sugestiono con las pastillas Duerme Bien del Mercadona. No, no me ha pagado el Señor Hacendado. Pero si quiere hacerlo, que me deje comentario con un contacto donde pueda hacerle llegar mi número de cuenta, para que proceda al ingreso. De euros, claro está. Cuantos más mejor.


Hoy podría hablaros sobre San Blas, patrón de mi pueblo y de mi abuela. Que nació en su día y por eso tiene un nombre tan feo, pero no puede ser más guapa. Os contaría que tengo puestas todas mis esperanzas en ver a la cigüeña, por aquello de que en San Blas la cigüeña verás, y si no la ves, mal año es. Porque yo aún no he visto la nieve, y por tanto no será para mí un año de bienes. Así que espero a la cigüeña, como en mayo esperaré el agua, porque necesito que me crezca el pelo. Y una vez demostrado mi amplio conocimiento del amplio y sabio refranero español, paso a hablaros de lo que en realidad os quiero hablar: la ceguera en el amor. No, no es un libro de José Saramago. Es de elaboración propia. Yo es que soy así, creativa por naturaleza.

El otro día tratábamos el tema, mi consejo de sabias y yo. No por nada en especial, sino por varios ejemplos de nuestra realidad más inmediata. Sin ir más lejos, yo misma me ponía de ejemplo. Sí, yo. La Vir. Y es que servidora estaba predestinada a ser mujer de un torero. Como Carmen Orozco –abajo adjunto video con sus mejores perlas  para los que no sepáis quién es-. Para sentarme en barrera con Cari, Nati y Nuria Gon, y otras chicas de la Jet -que estas tienen poco del montón-. Para que me dediquen el toro y me tiren la montera. Estaba claro que el tiempo se me adelantó o se me atrasó, esa es la cuestión.



Os lo contaré sin rodeos, yo tenía que haber sido la mujer de Julián López “El Juli”. Sí, sí. Recogidito y manejable. Así entre otras cosas me hubiese ahorrado el uso de tacones. Y si no lo fuí, fue porque cuando me conoció, en la Plaza de Toros de Bargas, yo no era ni sombra de lo que soy. Y claro, el ciego no es. Y su amor tampoco. Así que esperando me quede. Solita en mi balcón, como Rocío. Pero no estaba sola, que estaba con la luna. Por un sueño de amor y locura. Como veis a mi lo de soñar me viene de lejos. Soy una soñadora precoz. Debería ir pensando en perfeccionar mi fórmula onírica, porque algo debe fallar…

Y seguí esperando, hasta el año 2007. Octubre. Cabañas de La Sagra. Fiestas de Nuestra Señora del Rosario. Bueno, suya. Que la mía es otra Señora. La de La Oliva. De repente apareció Clark. Y desde entonces solo sueño con él. Bueno, con él, y con alguno más. Pero Platón avala mis malas tentaciones y mi prisa por vivir. Lo cierto es que Clark, ni es torero, ni me tira la montera, ni ná. Y no me siento en barrera, me sigo sentando en el tendido. Que no me quejo, que podría ser peor, y estar en andanada. Y no es recogidito ni manejable. Y si, me obliga a usar tacones. Y yo al principio, ilusa de mí, vi en los tacones al aliado perfecto para alcanzar a mis sueños. Por aquello de subir unos centímetros. Pero la realidad es que sigo sin alcanzarlos, y si me caigo, el golpe es mayor. En concreto 10 centímetros mayor. Y eso se nota. Así que mi relación con ellos es de odio y dolor.  

Clark es miope, no sé si eso se le ha pegado a su amor. Lo que si se es que aunque yo use gafas para la vista, no las necesito para el amor. Que mi amor unidireccional no es ciego, aunque en ocasiones dudo si lo es en la otra dirección. En la que viene hacia a mi. Pero eso es cosa de Clark. Yo me enamoré. No en octubre de 2007. Que el amor vino después. Y aunque no deje, ni dejaré de volar siempre buscando la fantasía, de nido en nido como paloma “perdía”, si dejé de buscar un gran amor. Porque Clark es capaz de enamorarme cada día. Lo de velar mi sueño mientras que duerme mi vida, lo dudo. Que el por la noche duerme. Sin más. Y llegados al final, y como este blog, no tiene porque respetar aquello del horario infantil. Os diré, así en petit comité, que sí, que me mira con la mirada “encendía”igual que miro yo… que para eso soy latina.




Chin, chin ... 

3 comentarios:

  1. Vir, hoy celebro tu redefinición de Superman: el hombre que es capaz de enamorar a su pareja cada día. Chin, chin!

    Ahora por favor explícame cómo es esa paradoja del amor ciego pero la mirada encendía: ¿tan encedía que enceguece?

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  2. Eso es, tu lo has dicho ... La mirada encendía llega a enceguecer ...

    O quizá Clark no la tiene encendía y son las lentillas las que le dan ese matiz ... pero bueno, te confesaré que yo si la tengo. Sin lentillas ni ná, a pelO!

    Chin, chin ...

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  3. La mirada encendía se refleja en tus escritos, por eso soy uno de tus fans. Ahora te dejo otra frase de un alemán: El amor es ciego pero el matrimonio devuelve la vista. ¿Eres promatrimonio? ¿y Clark?

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