martes, 13 de diciembre de 2011

En Navidad ...


Hola perdón por ausentarme más de lo debido pero a falta de viajes, excursiones y otros planes del montón, servidora y su cama han mantenido una relación intensa y cinematográfica durante esos días festivos que la Constitución y la Inmaculada –que no es mi tia- nos brindaron. La niebla fue nuestra celestina. Es que La Sagra cuando hay niebla se convierte en Silent Hill, y entre mi astigmatismo, los problemas que tiene mi coche para desempañar –que parece que siempre vengo de tener momentos de lujuria y pasión y no, son momentos de desesperación- y que a las rayas de las carreteras que me llevan hasta Villa Vir no las llego el Plan E… Pues la cosa no está como para salir a apatrullar.

Y aparte de afianzar mi relación camastral y mi madridismoHasta el final, Vamos Real- , también me di cuenta de que ahora sí, la Navidad está aquí. Y no, no es que lo diga El Corte Inglés, porque lo dijo hace más de un mes, lo dicen esas luces indescriptibles que cada año cuelgan a la puerta de mi Villa.

No sé si me gusta la Navidad o no. Si que se que no me encanta. O quizá si lo hace a veces. Si lo pienso en frio, como ahora, pienso que la Navidad es triste y no alegre como la pienso con los villancicos flamencos –próximamente-. Es triste porque siempre falta alguien. Es triste porque siempre alguien esta triste, aunque sonría por fuera, llora por dentro. Por los que no están. Por esas estrellas que están arriba cuando iluminarían mucho más abajo. Porque todos los días sueño con la posibilidad de volcar el cielo para que muchos tengan sus estrellas. Para que tú las tengas. Para que la Navidad sea para todos.

No, no os asustéis que no he sentado la cabeza y me he vuelto una chica seria. Aunque he de reconocer que ahora que soy una gafistuta –aquí me hallo rezando a Santa Lucía por primera vez en mi vida-, mis Vircicletas me dan un aire intelectual, de persona respetable. Una persona multidisciplinar. Pero no, mera apariencia, me las quito –para alegría y gozo de Clark- y vuelvo a mi realidad. Cruda o como queráis que sea… pero mía. Que es gratis.

Lo cierto es que si recuerdo cuando pienso en caliente hay bastantes cosas que me gustan de la Navidad y paso a enumerar algunas –el próximo día enumeraré las que odio que seguramente son más-:

- Si hay una cosa que me encanta de la Navidad, y no, no es el trapo ese que cuelga mi madre en la escalera que me recuerda que ya es Navidad porque Dios ha nacido, es ponerme cosas en la cabeza. Y si tienen luces… mejor. Y ya si tienen música, es lo más. Eso sí que es felicidad. Y es que yo no soy de adornar la casa, entre otras cosas porque Villa Vir de Vir… solo tiene el nombre, que ahí quién manda es la mamma -al estilo italiano, aunque es más de cocido que de ravioli, y más de Isaac que de Giovanni-, yo soy más de adornarme a mí misma.

- El mañaneo o lo que es lo mismo beber todo el ron que pueda para terminar haciendo uso de todas las cosas que vienen en el cotillón como si no hubiese mañana.

- Las gambas –aunque en realidad me gustan todo el año-.

- Ver lo feliz que es mi padre comiendo turrón, marquesitas, mazapán y demás productos light típicos de la temporada.

- Poder pensar que mi hermana no está loca porque en efecto es Navidad y por fin pegan los adornos que tiene puestos todo el año en su casa. Debe ser porque lo cierto es que los adornos de Navidad son muy sufridos y disimulan muy bien el polvo, con los brillis y demás cosas. Esto me da que pensar, que sería buena idea que mi próximo coche lleve brillis, pero de swarovski claro, que para ser VIP hay que sufrir. Aunque esta vez delegaré mi sufrimiento en mi bolsillo.

- Los Villancicos Flamencos de Raya Real. Sí, soy de la España cañí, pero eso ya os lo cuento en otro momento.

- Pasarla en familia, con mis amigos ... con la gente que me gusta.

- La lotería. No porque me vaya a tocar, porque yo no juego. Pero me encanta despertarme con el sonido de la retransmisión de la lotería. Me encanta ver llorar a la gente de alegría. Me encanta que toque a la gente que de verdad lo necesita. Me encanta que te toque a ti. Me encanta que se reparta ilusión. Y me encanta muy mucho el anuncio de este año. Yo mis sueños no los he prestado porque no se compran con dinero, ya trabaja Clark para hacerme Primera Dama. Y ya trabajo yo para el tema de suprimir el invierno. Y en breves aprovecharé para negociar con el Rey mi sitio en Zarzuela, ahora que unos se van… a ver si otras llegan. Aprovecho este Ginger para ofrecer mi disponibilidad a S.M.

- El olor a castañas, a sopa de almendras, a comida de horno, a humo que sale de las chimeneas… El olor a Navidad. En ti, en mí, en todos.

- Pero si hay algo que gusta de la Navidad es la ilusión con la que la viven los niños. Ellos son la Navidad.

Y desde aquí pido a quién me escuche y lo pueda cumplir, con ayuda de Rosana, para que cada deseo se haga realidad, para que lluevan semillas del amor, para que el mundo sonría al despertar, para que el frio se llene de calor, para que llenes de luz la oscuridad, pero sobre todo para que nunca te canses de volar, aunque tropieces con el suelo. Son tus sueños.


Feliz Navidad. Capítulo I.

C o n t i n u a r á . . .

Foto: deviantArt.com

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